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domingo, 23 de enero de 2011

NOTAS DE LECTURA SOBRE "APUNTES PARA LA MILITANCIA" (1964) DE JOHN WILLIAM COOKE (SEGUNDA PARTE)

La siguiente nota es la continuación del comentario iniciado en la nota publicada el viernes 21 de enero: http://miseriadelasociologia.blogspot.com/2011/01/notas-de-lectura-sobre-apuntes-para-la.html

Antes de comenzar con los comentarios del texto quiero aclarar que esta va a ser una lectura política, que puede ser obviada por aquellos acostumbrados a los trabajos académicos. Una lectura política significa que nuestro objetivo fundamental es aprender de la experiencia de Cooke en la dura tarea de cambiar las condiciones de vida de los sectores populares, para emplear ese conocimiento en el análisis y la transformación de la situación actual de nuestro país.

En estas notas hemos utilizado la versión de los "Apuntes para la militancia" (1964) de John William Cooke (1920-1968), que se encuentra disponible en versión pdf en:www.elortiba.org/pdf/JW_Cooke_Apuntes_para_la_militancia.pdf Todas las citas utilizadas remiten a la paginación del archivo pdf de esa publicación. La obra consta de un pequeño prólogo redactado por Cooke (p. 2), del prólogo que escribieron Rodolfo Ortega Peña y Eduardo Luis Duhalde para la edición de los "Apuntes" realizada en 1973 (pp. 3-7), y de tres capítulos: I. Malestar en las bases (pp. 8-11); II. El orden de la jerarquía liberal (pp. 11-22); III. La brisa de la historia (pp. 22-31). Por razones de espacio y porque queremos centrarnos en el análisis de las concepciones de Cooke, hemos dejado de lado el prólogo de Ortega Peña y Duhalde.

El núcleo del texto de Cooke consiste en la búsqueda de un camino que permita transformar al Movimiento peronista, superando las causas que lo llevaron a la derrota de 1955.

El punto de partida es el reconocimiento de que "estamos en un equilibrio: el régimen que no tiene fuerza para institucionalizarse pero sí para mantenerse mientras el peronismo y la masa popular y otras fuerzas tiene suficiente potencia para no dejarse institucionalizar, pero no para cambiarlo." (p. 31). No tenemos espacio aquí para discutir extensamente la noción de "equilibrio" (que en algunos estudios académicos de la época aparecía bajo la denominación de "empate hegemónico"), pero cabe decir que bajo este término se hace referencia a una situación en la que las clases dominantes, si bien detentan el control del aparato estatal, carecen de la fuerza suficiente para doblegar a las clases subordinadas e imponerles sus planes de racionalización capitalista (en otras palabras, intensificar la explotación de la fuerza de trabajo). Al mismo tiempo, las clases subordinadas poseían el poder suficiente como para limitar el avance de la burguesía sobre sus condiciones de vida, pero no tenían la fuerza para derribar el orden capitalista e imponer un modelo alternativo de sociedad. Ahora bien, hay que decir que la caracterización formulada por Cooke es parcialmente correcta y no sirve para expresar la complejidad de la situación política y de la lucha de clases en la Argentina de 1964. La noción misma de "equilibrio" oculta el hecho fundamental de que el sindicalismo (la principal fuerza social con la que contaba el peronismo en ese momento) se hallaba cada vez más integrado al régimen imperante, a punto tal de que su máximo dirigente, Augusto Timoteo Vandor (1923-1969) había comenzado a construir un "peronismo sin Perón". En otras palabras, la noción de "equilibrio" es engañosa, pues tiende a presentar una situación estática, mientras que en la política real todo equilibrio es necesariamente inestable y sujeto a transformación constante. En 1964 el grueso del Movimiento peronista había dejado atrás los ideales de la Resistencia, convirtiéndose en una fuerza mucho menos subversiva para el orden existente. En este punto, cuanto se leen los "Apuntes" hay que distinguir entre el Cooke militante, que se ve obligado a transmitir la confianza en la victoria "inevitable" del movimiento, y el Cooke teórico político (que se entienda, era justamente su militancia la que lo llevaba a hacer teoría, y no a la inversa, como suele suceder en el mundo académico), que percibe, y usa para ello la noción expresiva de "malestar", que el régimen ha logrado consolidarse y que sólo podrá ser derrotado elevando la calidad de la actividad política de los sectores populares.

Para Cooke era preciso construir una teoría y una organización política capaz de quebrar el equilibrio en favor de la clase obrera (recordar que para Cooke "masa peronista" y "clase obrera" son términos intercambiables). Cooke es perfectamente consciente de que el tiempo no juega a favor del peronismo: "Mientras [el peronismo] no encuentre la política que lleve a conseguirlo [a quebrar el equilibrio], prorroga la vigencia del régimen, y simultáneamente se debilita internamente."(p. 9.). Con esta afirmación Cooke muestra todo lo engañoso que hay en la noción de "equilibrio" aplicada a la coyuntura de 1964. Para Cooke estaba cada vez más claro que si el peronismo no se transformaba en un partido revolucionario, la victoria del régimen burgués era segura, por más referencias al "equilibrio" y al "empate hegemónico" que se hicieran. También Cooke llega a percibir que el peronismo estaba mal preparado para dar un salto cualitativo y transformarse en un partido revolucionario. (1) El énfasis que pone en el carácter "policlasista" del "frente antiimperialista" que dió la victoria al peronismo en 1945-1946, y las referencias a la posterior "burocratización" del mismo, así como también la relación cada vez más estrecha que establece entre "masa peronista" y clase obrera", demuestran que Cooke consideraba que no podía llegarse a la victoria con una teoría y una práctica políticas centradas en la reconstitución (por obra y gracia de las dotes de "conductor" de Perón) de ese frente policlasista en las condiciones de 1945. Después de 1955 y de la derrota de la Resistencia, el partido revolucionario tenía que articularse en torno a la clase obrera, pues ésta era el único sector social que se había opuesto de manera consecuente al régimen burgués instaurado en 1955.

¿Cuáles son las causas por las que el peronismo no podía quebrar el "equilibrio" vigente a partir de 1955?

Para Cooke el problema está en la vigencia de una "concepción burocrática" en el seno del Movimiento, derivada del proceso de burocratización experimentado por el mismo en 1946-1955 (hicimos referencia a este proceso en la nota anterior). El predominio de esta concepción burocrática es descripto en estos términos: "entre los anhelos de tomar el poder y los episodios de nuestra lucha, no se ve la relación de una estrategia que avance hacia los objetivos últimos. Se organiza lo táctico, pero sin integrarlo en una política que, por arduo que sea el camino que señale, presente la revolución como factible, como meta hacia la cual marchamos." (p. 8-9). En otras palabras, Cooke se da cuenta de que el sindicalismo peronista (y esto también es aplicable a los políticos involucrados en los distintos partidos "neoperonistas") ha renunciado al objetivo último, que es la toma del poder por la "masa peronista", y ha pasado a privilegiar sus objetivos particulares. Otra vez, como en el análisis de las causas de la derrota en 1955, Cooke deja de lado el análisis centrado en la lucha de clases y hace de la burocracia un recurso multiuso que le permite explicar las limitaciones e insuficiencias del movimiento peronista sin verse obligado a discutir el carácter mismo del proyecto peronista. Sin embargo, como ya lo hemos señalado en la nota anterior, la agudeza con la que Cooke analizar la acción del peronismo le permite trascender en varios pasajes la superficialidad de este análisis. El pasaje que hemos citado al comienzo de este párrafo es una buena muestra de ello, y brinda elementos para elaborar una crítica más profunda de la actuación del peronismo a mediados de la década de 1960.

Cooke está convencido de que el peronismo sólo podía vencer si superaba las concepciones y las formas organizativas de 1945. La ausencia de una política revolucionaria se traducía en el oportunismo y en la aceptación del statu quo. Y es la burocracia (el sindicalismo vandorista, el neocorporativismo de José Alonso, los partidos "neoperonistas") quien capitalizaba la incapacidad del peronismo para convertirse en un partido revolucionario. En el texto hay que volver a distinguir dos planos en el análisis que hace Cooke. En tanto militante, Cooke se esfuerza por mostrar el carácter inevitable de la victoria del movimiento peronista, remitiendo en última instancia a la "misión histórica" (p. 2) de la "masa peronista" (en este punto cabe apuntar que procede de la misma forma que la izquierda a la que critica, pues parte de un sujeto revolucionario que se encuentra más allá de la historia, la "masa peronista" cuya misión histórica es la liberación de la explotación nacional e internacional). Pero, cuando Cooke hace referencia a algunos rasgos del "equilibrio" existente en la política argentina de la época, aparecen elementos que cuestionan esta visión simplista.

Mataderos, domingo 23 de enero de 2011


NOTAS:

(1) El acercamiento de Cooke a la Revolución Cubana y su estadía en Cuba fueron elementos importantes en su evaluación de la derrota de la Resistencia. La experiencia cubana mostró los obstáculos que había que remover para construir un partido revolucionario.

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