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lunes, 1 de abril de 2013

FICHA DE LECTURA: LÖWY, MICHAEL. (1970). LA TEORÍA DE LA REVOLUCIÓN EN EL JOVEN MARX (I)



Aclaración: Todas las citas realizadas en esta ficha corresponden a la siguiente edición: Löwy, Michael. (2010). [1° edición: 1970]. La teoría de la revolución en el joven Marx. Buenos Aires: Herramienta y El Colectivo. Traducción del francés por Silvia Nora Labado.

La primera edición de la obra fue editada en 1970 en París por Maspero. Formó parte de la colección “Bibliothèque Socialiste”, dirigida por Georges Haupt (1928-1978). La edición original tenía un capítulo dedicado a la cuestión del partido y de la revolución después de Marx. Löwy resolvió dejar de lado este capítulo en la reedición realizada en 1997. Dicha decisión fue mantenida en la edición que estamos comentando.



Los estudios sobre los orígenes del marxismo suelen atribuir al pensamiento de Marx y cía. el desarrollo del materialismo histórico. El marxismo, su génesis y desarrollo, queda reducido a las reflexiones teóricas de un grupo de intelectuales. Se discuten, así, las distintas influencias que incidieron sobre Marx, el momento preciso de su ruptura (o no) con la filosofía hegeliana, su relación con la economía clásica o con los socialistas utópicos. Más allá de las diferencias, estos enfoques convierten al marxismo en un movimiento intelectual, cuyo origen y transformaciones obedecen a procesos de índole exclusivamente teórica. En definitiva, el marxismo es cosa de intelectuales. Puesto que no es posible negar el paso político del marxismo en los siglos XIX y XX, resulta cómodo afirmar que en todo este proceso las masas siguieron a los intelectuales que construían y reelaboraban la teoría. Marx, quien pensó en todo momento la unidad de teoría y práctica, pasa a ser convertido en  un idealista por aquellos que pretenden investigar el origen de su teoría. El mundo académico actual, que ha adjurado públicamente de toda tentación de asumir un rol combativo contra el capitalismo, promueve el clima conveniente para este tipo de estudios sobre el marxismo. 

El libro de Löwy, cuya 1° edición es de 1970, presenta una imagen diferente de los orígenes de la teoría marxista. Löwy pone en conexión el surgimiento del marxismo con los fracasos del liberalismo alemán y la emergencia del movimiento obrero europeo. Además, hace algo todavía más importante: concede estatus teórico a las concepciones sobre el Estado y la política elaborada por los obreros alemanes, franceses e ingleses. 

Desde esta perspectiva, el marxismo deja de ser una creación exclusiva de los intelectuales y pasa a ser concebido como el resultado de la confluencia de las luchas y reflexiones de los obreros y de los intelectuales europeos. Lejos de ser visto como una creación de intelectuales, el marxismo pasa a ser el resultado del ascenso del proletariado. Sin movimiento obrero, sin lucha de clase no habría existido la teoría marxista. 

La obra de Löwy refuta, pues, las concepciones idealista de las historia intelectual. Demuestra la falsedad del enfoque académico que privilegia una historia intelectual desgajada de las luchas intelectuales que la vuelve inteligible. 

Löwy indica expresamente que realiza su trabajo en el marco de la teoría marxista: “La orientación general de este trabajo es la de un estudio materialista del joven Marx (…); quiere ser una contribución a un análisis marxista de la génesis del propio marxismo.” (pag. 23) 

Löwy explica así la metodología adoptada: “Nos parece que el estudio marxista de la evolución político-filosófica del joven Marx implica dos recorridos esenciales:

a) Insertar esta evolución en la totalidad histórico-social de la que forma parte, en los marcos sociales que la condicionan: las sociedad capitalista del siglo XIX, el movimiento obrero anterior a 1848, la Intelligentsia neohegeliana, etc. Esto no significa que la evolución del pensamiento del joven Marx sea una simple «reflexion» de sus condiciones económicas, sociales, políticas, sino que no puede ser «explicada» en su génesis y «comprendida» en su contenido sin este análisis socio-histórico.

b) No separar artificialmente en el análisis del contenido de la obra los «juicio de hecho» de los «juicios de valor», la «ciencia» de la «ética». La categoría marxista de la praxis en precisamente la superación dialéctica de esas contradicciones. De la misma manera, no separar la obra teórica de Marx de su actividad practica, al «hombre de ciencia» del «político»: para él, la ciencia debía ser revolucionaria y la revolución, «científica»…” (pag. 24, 25)

Para Löwy, la política liberal y la política obrera forman parte indisoluble de la teoría marxista. No se trata de experiencia que se encuentran al margen del joven Marx, quien se dedicaba a interpretarlas y/o resignificarlas mediante su “genio”. Sin la debilidad y los fracasos de los liberales alemanes, sin los socialistas franceses y sus intentes insurreccionales, sin la rebelión de lo tejedores silesianos en 1844, sin el cartismo y las trade-unions, el marxismo no habría surgido. 

Marx es mucho más el emergente de la toma de conciencia del movimiento obrero en la década de 1840 que el producto de las vicisitudes de los epígonos de Hegel. “La relaciones entre los marcos así definidos y las ideas solo son comprensibles, desde nuestro punto de vista, a través del concepto de condicionamiento, utilizado, no como una formula vaga, sino en su sentido estricto y riguroso: los marcos constituyen las condiciones, a veces necesarias pero nunca suficientes (si se las toma aisladamente), para la emergencia de una doctrina. Cada marco constituye una cierta esfera ideológica, establece ciertos límites para el desarrollo de las ideas, crea o elimina ciertas posibilidades; y, por supuesto, los límites más generales son los trazados por el marco fundamental: la infraestructura económico-social. La doctrina de Marx no habría podido nacer durante las guerras campesinas del siglo XVI y las de Müntzer no habrían podido desarrollarse después de la revolución de 1848. Dicho esto, el marco social constituido por el «proletariado europeo del siglo XIX» ofrece mucha «posibilidades» fuera del marxismo: Weitling, Blanqui, el socialismo utópico, etc. Para explicar como la posibilidad «Marx» paso a los actos es necesario tomar en consideración un gran número de otras variables (situación de la intelligentsia neohegeliana, evolución de la económica política inglesa, nivel político de las organizaciones de artesanos emigrados, etc.) Es esta acumulación de condiciones estructurada como un conjunto de círculos concéntricos («sobredeterminación») la que permite que una posibilidad se convierta en necesidad. Mirándolo detenidamente, se pude afirmar que un marco fundamental, el proletariado, exige necesariamente la constitución del socialismo científico; pero, para explicar por qué esta doctrina apareció hic et nunc, es necesario hacer intervenir otras condiciones históricas.

No obstante, el análisis en términos de condicionamiento sigue siendo demasiado esquemático sino se introduce otro elemento: la autonomía parcial de las ideas; pues, si bien es verdad que las categorías fundamentales de una obra pueden estar socialmente determinadas, no es menos necesario observar que el desarrollo del pensamiento obedece a un conjunto de exigencias internas de sistematización, de coherencia, de racionalidad, etc.” (pags. 26-27).

Löwy, propone, entonces, una historia marxista de los orígenes del marxismo. La teoría de Marx es restituida a los manantiales concretos que le dieron origen; en primer término, al movimiento obrero de la década de 1840. Nuestro autor es claro acerca de la imbricación entre marxismo y movimiento obrero.

“Es al interior de esta «perspectiva de clases» que se establece la conexión entre los juicios de  «hecho» y los juicios de «valor», entre el indicativo y el imperativo. Así, en Marx, la continuidad entre la «descripción» del capitalismo y su «condena», la coherencia entre el análisis real y su crítica solo son perceptibles situándose en el punto de vista del proletariado (…) En suma, la ciencia de Marx es crítica y revolucionaria porque se sitúa en la perspectiva de clase del proletariado, porque es la forma coherente de la conciencia revolucionaria de la clase proletaria.” (pag. 35).

Löwy reconstruye en su libro la evolución del pensamiento político de Marx entre 1842 y 1848, en el pasaje desde el hegelianismo y el liberalismo iniciales hasta el comunismo. En esta reconstrucción, combina el análisis de los trabajos de Marx durante el período con el examen de las situaciones políticas en las que Marx se involucraba. La tan mentada búsqueda del punto de ruptura entre Hegel y Marx es puesta en un lugar secundario, concentrándose en cambio en la relación entre las obras de Marx y la política de liberales y de los artesanos y obreros.

(CONTINUARÁ)

Villa Jardín, lunes 1 de abril de 2013

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